martes, 24 de junio de 2014

PROYECTO STIVEN

MI CLASE DE 4º DE ESO DEL IES VENTURA GASSOL HA REALIZADO UNOS VÍDEOS PARA MÍ, DESPUÉS DE HABER LEÍDO MI LIBRO "LA ESPERANZA VIVE EN MÍ", EN LA ASIGNATURA DE CASTELLANO. EL RESULTADO DE SU TRABAJO PUEDE VERSE EN ESTE ENLACE:



GRACIAS A TODOS VOSOTROS Y A CRISTINA GRAELL, LA PROFE DE CASTELLANO

martes, 17 de junio de 2014

RELATO POR ENTREGAS 12


Vamos a liberarnos de nuestros poderes, pero es necesario salir antes de aquí. Maxwell queda atrás, arrastrándose entre quejidos. Capto una mirada furtiva hacia una puerta. Quizás aún guarda algún secreto. La cruzamos. Es un despacho tradicional, con estanterías, armarios de archivo, mesa de escritorio, butaca de cuero, cuadro en la pared. Lo aparto de un golpe. Detrás hay una caja fuerte. La toco y revienta por el intenso frío que le transmito. La abro. Dentro hay montones de billetes. Cojo todos los que puedo, aunque se me quedan congelados en las manos. Salgo. Vicky me espera al otro lado del pasillo.

Vamos juntos hacia unas escaleras. Subimos. Suponemos que estamos en el subsuelo, así que debemos subir para alcanzar el nivel de la calle. Después de varios pisos vemos una salida hacia el parking. Cruzamos. Debemos robar un coche. Ya es el momento de tomar el antídoto. Nos paramos, uno frente al otro. Bebemos los dos a la vez.


Estoy en el suelo, mareado. Vicky apenas respira, sangra por los ojos. Agoniza. Maxwell nos la ha jugado. Nos ha dado los frascos cambiados. Nos miramos por última vez.



FIN

lunes, 16 de junio de 2014

RELATO POR ENTREGAS 11


Ya vienen a por nosotros. Nos queda poco tiempo. Llevan nuestras camillas por un largo pasillo, al final del cual hay una entrada estrecha, iluminada con una luz de neón. Avanzamos poco a poco. Al acercarnos, entramos en una sala adyacente y comienzan a desatarnos, protegidos con guantes y ropa especial.

Nos sitúan en la entrada de la sala acorazada, en fila, y nos empujan hacia su interior. Justo al entrar, una línea eléctrica en el suelo nos proporciona una descarga. Salgo disparado hacia arriba, rodeado de hielo; Vicky va a parar al otro lado, rodeada de llamas. No queremos aproximarnos el uno al otro, para evitar un choque de con secuencias imprevisibles.

Desde paredes opuestas surgen dos tenazas enormes. Una me apresa por la espalda y me empuja hacia Vicky, que está frente a mí, inmovilizada por la otra tenaza. Estamos a punto de tocarnos. Las tenazas nos dan un último empuje y nos sueltan. Vamos a chocar. Nuestras naturalezas opuestas van a ponerse a prueba. Vicky grita, me toca y me quema un brazo. Me hace un guiño y cae. Ha perdido el sentido.
 
No sé si lo he entendido bien. Abren una puerta y se acercan a nosotros. Cogen a Vicky para incorporarla, y entonces ella abre los ojos, desorbitados, y hace fuerza contra quienes la sujetan. Al instante sale fuego de sus brazos, y abrasa a los guardianes. Se desplaza hacia otros dos que acaban de entrar, y los alcanza, quemando sus rostros. Yo no sé qué hacer, estoy paralizado por la sorpresa. Viene un guardián hacia mí, con una pistola eléctrica. Me lanzo hacia él y sólo rozando el extremo de su arma consigo congelarlo totalmente.
 
Stiven Peláez & Josep Pradas
 
Continuará... 

sábado, 14 de junio de 2014

RELATO POR ENTREGAS 10


Han pasado varias horas. Vicky y yo hemos dormido bajo los afectos de las drogas. Nuestra primera noche juntos. La llamo y comienza a despertarse. Le digo que siento haberla metido es este lío. No le importa, hubiera llegada hasta aquí tarde o temprano, siguiendo alguna pista del caso Jonhs. Pero sin mi intervención, Maxwell no hubiera quedado al descubierto, y ahora lo buscan por todas partes.

Aparecen los enfermeros, seguidos de Maxwell. Van directos hacia Vicky. Sostienen varias bandejas de aluminio, que depositan en una mesita junto a la camilla donde Vicky permanece inmovilizada. Cogen varios tubos de ensayo y jeringuillas. Vicky comienza a gritar. No les importan. Clavan agujas en sus brazos. Vicky se desmaya. El hielo aumenta a mi alrededor.

Pasa un rato. Maxwell ha regresado para comprobar el proceso. Me mira sonriente. Me dice que ya no podremos estar juntos: si sale bien la prueba, Vicky tendrá el poder del calor, y seremos incompatibles. ¡Qué malvado, Maxwell! Se merece el infierno. Si no puedo estar con Vicky, me da todo igual. Voy a acabar con él.

Dos horas más, que se me han hecho eternas. Vicky por fin despierta. Aún no sabe qué le han hecho. Parece estar bien. No me atrevo a decirle nada, pero tendrá que saberlo tarde o temprano. Quizás se lo diga Maxwell y me ahorro el papelón. Vicky me mira y sonríe.

No sé por qué sonríe; debería estar dolorida. Me dice que ya sabe que le ha pasado; se hacía la dormida y ha escuchado todo lo que Maxwell ha dicho, y después ha perdido el sentido. Ella también quiere acabar con él.

Maxwell regresa con nosotros. Van a dejarnos sueltos en una cámara acorazada, para que nuestra incompatibilidad se manifieste el más fuerte prevalezca y acabe con el otro. Es cuestión de horas. Quieren probar nuestras fuerzas, ver cuál de nosotros es más potente y aplicar a sus hombres el resultado. Nos enfrentarán, uno morirá en la pugna, y al otro lo eliminarán para después actuar impunemente. Maxwell dice que tiene una larga lista de clientes entre numerosos delincuentes internacionales, interesados en probar esos poderes.
 
Sticen Peláez & Josep Pradas
 
Continuará...
 
 

miércoles, 4 de junio de 2014

RELATO POR ENTREGAS 9


Me despierto. Maxwell está frente a mí. Estamos en una habitación blanca, con paredes acolchadas. Me siento apresado, me han inmovilizado. Maxwell está a mi lado. Me dice que habían experimentado conmigo, igual que con el muerto, pero en su caso salió mal y tuvieron que acabar con él para evitar males mayores. Maxwell se aleja dos pasos de mí. Me dice que por seguridad, porque va a enseñarme algo que me alterará: saca del bolsillo del pantalón un móvil. Es el mío, que me arrebato sin duda después del disparo. Busca entre las llamadas y sonríe: ha encontrado un teléfono que conoce. Me lo muestra.  Yo también lo conozco. Es el número de Vicky. Ya la han descubierto.

Después hace una llamada y ordena que la busquen. A estas horas estará en la comisaría, revisando el expediente del caso Jonhs. Van a ir a por ella y la traerán hasta aquí. Yo ya no puedo más. Sudo y me arden las manos, y a mi alrededor se amontona el hielo. Pero se han asegurado de que no me pueda escapar, me han inyectado un relajante muscular, dice Maxwell, que me mantiene consciente pero paraliza mis músculos.


Se me nubla la vista. Creo que estoy medio dormido, pero intento permanecer despierto. No sé si han pasado dos o más horas. Aquí sólo hay luz blanca, y no se oye nada del exterior. Quizás estoy en unas instalaciones de alta seguridad. Y Maxwell debe estar metido hasta el cuello en este asunto.




Pasa otro rato. Se abre la puerta. Me da un vuelco el corazón: traen a Vicky entre dos energúmenos, medio dormida. Y dos tipos más entran cargando con una camilla, que despliegan ante mí y donde acuestan a Vicky, inmovilizada.
 
Nos quedamos solos. Ella duerme aún. Yo la contemplo. No puedo hacer nada por ella. Aparece Maxwell. Dice que quiere comprobar si Vicky es idónea para la experimentación. Llegan dos tipos más, con instrumental. Y comienzan las pruebas.

miércoles, 28 de mayo de 2014

LA HISTORIA DE EDWARD DRAKE (ILUSTRADA)


Ya ha salido a la venta la versión ilustrada de mi relato La historia de Edward Drake, con los dibujos de Roser Boutín. Se puede acceder a la librería digital en este enlace: Bubok España. También puede comprarse desde Colombia, en este enlace: Bubok Colombia (mi página en Bubok Colombia: http://stivenmorales.bubok.co/).

RELATO POR ENTREGAS 8


Llego al laboratorio. Cierro los ojos y comienzo a pensar en mi hermano, y recuerdo cómo de niños nos pegaba nuestro padre cuando bebía demasiado.  Ese recuerdo siempre me ha alterado. Creo que funcionará. Me enfrento al primer policía, de guardia en la entrada del escenario. Lo toco con fuerzo y queda tieso bajo una capa de hielo. No ha tenido tiempo de reaccionar. Avanzo, una puerta y otro policía. Como mi acción ha sido silenciosa y rápida, está desprevenido y lo congelo también sin alertar a los demás.

El siguiente paso es la sala donde está el cadáver. Nunca me había movido tan rápido y ágil, y mi dolor de espalda parece haberse desvanecido. He de aprovechar mis poderes, y ahora hay tres agentes en esa sala. Comienzo asaltando al más cercano, y luego salto para tocar a los otros dos, que están juntos. Han quedado atrapados en una masa de hielo. Tengo vía libre.

Veo el cadáver, abierto en canal. Me acerco. Examino sus brazos y detecto señales de numerosas  inyecciones. Eso me hace pensar en la noche que estuve secuestrado. A mí también me inyectaron.

Escucho ruido y me escondo. Aparece Maxwell, y llega solo. Está alterado, porque ha visto a los agentes congelados. Comienza a dar vueltas por la sala, como buscando algo. Grita: “¡Sé que estás aquí! Espero que entiendas lo especial que eres. A éste lo maté porque no funcionó”.


Salgo de mi escondrijo. Estoy enfurecido. Sudor frío. Maxwell me mira. Saca un arma y no me da tiempo a reaccionar. Dispara. Noto el golpe de la bala en mi pecho, pero rebota y cae al suelo, aplastada por su propio impulso. Siento mareo. Voy a caer. Estoy en sus manos.
 
 Continuará...
 
 
Stiven Peláez & Josep Pradas