Llegamos a comisaría. Me pasean por
toda la oficina. Suerte que Vicky no está. ¡Qué vergüenza! Entramos en la sala
de interrogatorios. Esta vez soy yo quien se sienta frente al espejo. Y Maxwell
debe estar al otro lado.
No van a sacar nada de mí, porque no
hay nada, salvo que he estado secuestrado durante una noche, de la que no
recuerdo nada excepto algunos pinchazos. Pero no me creerían, así que no voy a
esforzarme en explicarles nada. Sus trucos no van a servir conmigo, ni el poli
bueno y el poli malo, ni el aire acondicionado a tope, ni la agente despampanante invitándome a un
café y poniendo cara de inocente.
Me ofrecen un abogado y lo rechazo,
no quiero explicar nada a nadie. Me llevan a una celda. Estoy solo. Me pueden
retener un par de días si quieren. Me desplomo en el camastro, necesito pensar
con calma. Mi cabeza retumba. Intento pensar pero no puedo, sólo se me aparece
la silueta de la agente Vicky, contoneándose. ¡Vicky! ¡La cita! Comienzo a
sudar. He de salir, no puedo soportar esta situación. Llevo más de un año sin
salir con una mujer decente. Grito y golpeo la pared. Y dejo en la pared la
huella de mi puño. Ni un rasguño. Estoy atónito. Repito el golpe y la huella
que dejo es aún más profunda. No sé qué me pasa.
Me esfuerzo aún más. Y ahora la tomo
con la puerta. Quisiera abrirla, y lo consigo. Una leve presión y la cerradura
de seguridad salta como si fuera plástico. No sé qué me pasa, pero estoy libre,
y eso es lo que importa en este momento.
Avanzo por el pasillo, he de evitar
que me vean. La salida principal queda descartada, porque va a ser imposible
atravesarla sin ser visto. Conozco este edificio. Sé que hay un acceso al
tejado, poco usado, y desde allí podría alcanzar unas escaleras exteriores que
me llevarían hasta la calle y la libertad.
Avanzo unos pasos y escucho otros
que se acercan. Alguien viene hacia mí, hablando en voz baja. Es Maxwell camino
de mi celda. Veo su perfil, parece que lleva el móvil pegado a la oreja y
susurra. Me escondo y pasa a mi altura sin verme, pero cuando alcance mi celda
abandonada dará la alarma. Y eso va a ocurrir en pocos segundos. Voy tras él.
Le alcanzo justo a la altura de la puerta de mi celda, que ha quedado
destrozada. No puedo evitar que alcance el interruptor de la alarma, que
comienza a sonar. No me queda más remedio que hacerme con él. Lo agarro por
detrás, por sorpresa, y consigo su arma, que le pego a la sien. Y juntos nos
vamos arrastrando hacia la planta principal.
Noto las pulsaciones y el sudor que
rezuma por su frente. Veo a Maxwell verdaderamente apurado. ¿Qué teme de mí? El
camino hacia la planta principal va a ser complicado. Otra opción. Vacilo. En
nuestro mismo nivel está el parking, al otro lado del de un grueso muro y una
puerta de seguridad. Vamos hacia allá. Nos siguen de cerca. No puedo perder de
vista la retaguardia, pero llevo ventaja. Alcanzamos la puerta. Si pude con la
de la celda, ésta no se me resistirá. Me concentro y la empujo con fuerza, y
cede como si nada. Maxwell suda aún más que antes.
Aún no
han llegado hasta aquí, deben pensar que iremos hacia el tejado, que es la
salida más fácil. Necesito el coche de Maxwell y le arranco las llaves de
dentro de su bolsillo, llevándome un buen pedazo de ropa. Coche localizado. Le
quito el resto de la ropa, queda en paños menores y esposado en una tubería.
Entro en el coche y arranco, sólo me queda la barrera de la salida. Voy a toda
velocidad, el guardia esperará que me pare a su altura y saque mi
identificación, pero ya debería estar avisado por la alarma. Así que no voy a
pararme. Hago saltar la barrera y alcanzo la calle. Ya soy libre, la avenida se
extiende a mis pies. Hundo el pie en el acelerador. Me pierdo en el horizonte.
Son casi las seis.
Continuará...
Stiven Peláez & Josep Pradas
Vaya prendas de polis (malos)!!! Estoy muy intrigada por la figura de Vicky. A qué juega? Poli buena o poli mala?
ResponderEliminarQuiero más!!!
Ester ;)