Ya vienen a por nosotros. Nos queda
poco tiempo. Llevan nuestras camillas por un largo pasillo, al final del cual
hay una entrada estrecha, iluminada con una luz de neón. Avanzamos poco a poco.
Al acercarnos, entramos en una sala adyacente y comienzan a desatarnos,
protegidos con guantes y ropa especial.
Nos sitúan en la entrada de la sala
acorazada, en fila, y nos empujan hacia su interior. Justo al entrar, una línea
eléctrica en el suelo nos proporciona una descarga. Salgo disparado hacia
arriba, rodeado de hielo; Vicky va a parar al otro lado, rodeada de llamas. No
queremos aproximarnos el uno al otro, para evitar un choque de con secuencias
imprevisibles.
Desde
paredes opuestas surgen dos tenazas enormes. Una me apresa por la espalda y me
empuja hacia Vicky, que está frente a mí, inmovilizada por la otra tenaza.
Estamos a punto de tocarnos. Las tenazas nos dan un último empuje y nos
sueltan. Vamos a chocar. Nuestras naturalezas opuestas van a ponerse a prueba.
Vicky grita, me toca y me quema un brazo. Me hace un guiño y cae. Ha perdido el
sentido.
No sé si lo he entendido bien. Abren una puerta y
se acercan a nosotros. Cogen a Vicky para incorporarla, y entonces ella abre
los ojos, desorbitados, y hace fuerza contra quienes la sujetan. Al instante
sale fuego de sus brazos, y abrasa a los guardianes. Se desplaza hacia otros
dos que acaban de entrar, y los alcanza, quemando sus rostros. Yo no sé qué
hacer, estoy paralizado por la sorpresa. Viene un guardián hacia mí, con una
pistola eléctrica. Me lanzo hacia él y sólo rozando el extremo de su arma
consigo congelarlo totalmente.
Stiven Peláez & Josep Pradas
Continuará...
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