miércoles, 4 de junio de 2014

RELATO POR ENTREGAS 9


Me despierto. Maxwell está frente a mí. Estamos en una habitación blanca, con paredes acolchadas. Me siento apresado, me han inmovilizado. Maxwell está a mi lado. Me dice que habían experimentado conmigo, igual que con el muerto, pero en su caso salió mal y tuvieron que acabar con él para evitar males mayores. Maxwell se aleja dos pasos de mí. Me dice que por seguridad, porque va a enseñarme algo que me alterará: saca del bolsillo del pantalón un móvil. Es el mío, que me arrebato sin duda después del disparo. Busca entre las llamadas y sonríe: ha encontrado un teléfono que conoce. Me lo muestra.  Yo también lo conozco. Es el número de Vicky. Ya la han descubierto.

Después hace una llamada y ordena que la busquen. A estas horas estará en la comisaría, revisando el expediente del caso Jonhs. Van a ir a por ella y la traerán hasta aquí. Yo ya no puedo más. Sudo y me arden las manos, y a mi alrededor se amontona el hielo. Pero se han asegurado de que no me pueda escapar, me han inyectado un relajante muscular, dice Maxwell, que me mantiene consciente pero paraliza mis músculos.


Se me nubla la vista. Creo que estoy medio dormido, pero intento permanecer despierto. No sé si han pasado dos o más horas. Aquí sólo hay luz blanca, y no se oye nada del exterior. Quizás estoy en unas instalaciones de alta seguridad. Y Maxwell debe estar metido hasta el cuello en este asunto.




Pasa otro rato. Se abre la puerta. Me da un vuelco el corazón: traen a Vicky entre dos energúmenos, medio dormida. Y dos tipos más entran cargando con una camilla, que despliegan ante mí y donde acuestan a Vicky, inmovilizada.
 
Nos quedamos solos. Ella duerme aún. Yo la contemplo. No puedo hacer nada por ella. Aparece Maxwell. Dice que quiere comprobar si Vicky es idónea para la experimentación. Llegan dos tipos más, con instrumental. Y comienzan las pruebas.

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